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CON LA JUBILACIÓN EN LOS TALONES
El policía Fermín más veterano que Carracuca, tiene envidia sana de sus homólogos europeos porque se jubilan pronto. Desde el inicio de las reivindicaciones de los sindicatos con el gobierno sobre la jubilación anticipada en las Policías Locales y Autonómicas hace la tira, permaneció atento a los avances y logros conseguidos, esperando año tras año desesperado un final que nunca llegaba… Dando mucho valor al tiempo perdido, como minutos desaprovechados equivalentes a pepitas de oro. Exasperado en su tardanza, pensó que podría hacer algo trascendente para acelerar el proceso reivindicativo y, se le ocurrió quemarse a lo bonzo en el puesto de circulación, “por las barbas de su abuela”, ya que preguntando a sus compañeros para realizar tan heroica proeza no salía ningún voluntario. Bien pensado, él tampoco lo ha hecho, está demasiado mayor para martirizarse por los demás y, en la foto, antes de iniciar la combustión saldría como un destartalado viejo boñigo, una imagen anticuada, de escaso interés noticiable en los medios y redes sociales, de poco calado en policías modernos y muy distante de la moda “Sporty chic” en auge.
Estaba harto de unas negociaciones que avanzaban a cuenta gotas. Mientras esperaba impaciente, le había dado tiempo a hacer sus deberes en el ocaso de su vida, dejando testamento y pagando la maleta para el oscuro viaje. Dice: “si se aprueba la jubilación anticipada con cierta demora o dando más largas todavía para su aplicación efectiva, le daría igual porque no tendría mucho tiempo para disfrutarla, manteniendo la tesis de que después de los sesenta y cinco años la mayoría de los mortales viven sólo un cuarto de hora más, comprobado estadísticamente y en las lápidas de los campos santos, aprovechado por la economía administrativa para pagar pocas pensiones. En consecuencia, la tele viene difundiendo piadosamente: “Hoy se vive hasta los cien años”, por deferencia, agradar a la audiencia carroza de sus canales y no cabrear más al personal laboral a punto de expirar. Considera que la jubilación anticipada debe ir inmediatamente a paliar una situación padecida actualmente por los policías más longevos, incidiendo, en la grave disfunción del servicio mal prestado a los ciudadanos. Y, no sólo aplicarla “escalonadamente” con miras a solucionar el futuro retiro de los agentes jóvenes al cumplir los sesenta años, como adelanta una voz desagradable o despistada, olvidándose de los mayores como si no existieran o les quedase poco tiempo de vida y, por ende, dejar pronto de cantar la gallina…, haciendo conjeturas sobre su resultado final. No sería justo ni acertado y, su logro político y sindical, una auténtica patata que dejaría la situación igual, sin haber alcanzado sus objetivos prioritarios…”.
Con tanta presión política de la oposición, lucha sindical y sufrido calvario de abuelos y abuelas policías, el gobierno se ha tomado el asunto muy en serio, iniciando el procedimiento de oficio para establecer coeficientes reductores y anticipar la edad de jubilación en las Policías Locales, anunciando aprobará el correspondiente Decreto antes de que acabe esta legislatura. ¿Veremos cómo queda? Fermín comenta entusiasmado: “ve aproximarse con mucha ilusión el mejor sueño de su vida, ser libre como el viento, los pájaros y los taxis y, a lo mejor con suerte puede disfrutar jubilado más de un cuarto de hora, unos pocos meses o tal vez arañar con vitaminas algunos años… Viajando con el Imserso, mirando obras o alimentando palomas, hasta que le hagan el paseíllo en la caja de pino como Dios y las estadísticas mandan, ¡qué alegría! No le debe nada a nadie, se lo está ganando a pulso trabajando hasta los sesenta y cinco años, aún sabiendo que esta extraña situación laboral no es la correcta en un servicio policial actual y renovado, donde no deberían existir policías ancianos. Diferentes en derechos de trabajo y jubilación del resto de Cuerpos policiales de España y el extranjero, exprimidos hasta la jubilación tardía y, después de un cuarto de hora de júbilo y frenesí, descanso…"
Autor: José Luis Rodríguez Velasco