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Este año los Reyes Magos tampoco han traído el merecido regalo de poder acceder a la jubilación anticipada las Policías Locales, muchos penosamente activos aún en edades de abuelos y abuelas. Sus altezas de Oriente querían materializar por fin esa ilusión y deseo de los policías mayores, igualmente la generalidad de partidos políticos y sindicatos, no sólo por justicia y agravio comparativo respecto de otras policías y colectivos, también porque es lo más eficaz y eficiente para servir mejor a los ciudadanos en una Administración renovada a la altura de Europa.
Es notorio y evidente, no pueden continuar las plantillas envejecidas sin tener las condiciones exigidas como policías operativos, poniendo en peligro sus vidas, la de sus compañeros y demás personas a proteger. La Policía Local constituye un servicio público prioritario en sus amplias competencias que tiene como finalidad satisfacer una necesidad social cada vez más demandada y, por imperativo cabal, no pueden ser restringidas, aminoradas o mermadas la renovación puntual y periódica de sus dotaciones. Ni es de recibo, por la escasez e irracional falta de empleo en este sector público condenar al ostracismo a una juventud en permanente paro laboral.
Así las cosas, España es el único país con diferencia en el mundo entero que sigue perpetuando una policía en estado geriátrico, que no puede proteger a los ciudadanos ni a sí misma. Esta insólita incoherencia institucionalizada se ilustra mejor con la experiencia de una apreciada compañera de avanzada edad, que en cierta ocasión viajó a New York con una asociación policial y, los policías neoyorquinos al verla tan mayor dudaron mucho que fuera policía en activo, una vez convencidos de esta realidad nacional la pasaron por todos los departamentos de la ciudad, se retrataban con ella pidiéndole el autógrafo. “En aquella ocasión, fui más famosa que la mujer barbuda”, dijo la compañera.
En resumidas cuentas, ciertos políticos deberían dejar de mirarse el ombligo, viajar fuera de España para aprender a hacer estas cosas bien, evitar errores que después pasan factura, ver modelos policiales efectivos, conocer a fondo la profesión policial que sin duda en el extranjero nos pueden enseñar por su avanzada experiencia en sociedades modernas, no africana como la nuestra. Basta ya de presumir aquí de tener los mejores conocedores del oficio, algún que otro experto que en manos de la voluntad política dan al traste con la realidad que demanda con urgencia la ciudadanía. De nada sirve hacerse numerosas fotos y poner la guinda sobre el pastel para no se sabe qué legislatura, así es la demora que avanza a pasos de cangrejo. Mientras tanto, a seguir amargando a ciudadanos demandantes de un servicio público excelente, y abuelos y abuelas policías esperando ese merecido dulce. Menos mal que los Reyes Magos no nos han traído carbón amargo para más inri, sólo faltaría eso...
Autor: José Luis Rodriguez Velasco