Madrugadas de acelerones suicidas, derrapes y trompos
Jovenes de entre 16 y 18 a?os celebran carreras ilegales en Villaverde, Orcasitas, la Avenida de los Poblados y Pan Bendito
El pasado fin de semana un joven perdió la vida en una carrera ilegal
Madrid- Velocidad, juventud, drogas, carreteras, solitarias o no. Una mezcla que raramente termina bien. La reciente muerte de un joven militar de 19 a?os, atropellado en lo que podría haber sido una carrera ilegal en un polígono de Móstoles, ha despertado de nuevo la inquietud social por una práctica que permanece en la sombra pero que emerge trágicamente de cuando en cuando. Asimismo, la proliferación de estos ?eventos? de manera clandestina pero perfectamente organizada en otras regiones, como Catalu?a, Galicia o Asturias, lleva indefectiblemente a la pregunta: ?existen las carreras ilegales en Madrid? Lo cierto es que sí, aunque tácitamente se permitan como si de simples ni?erías se tratasen, y no haya constancia, todavía, de grandes montajes ni apuestas. Lo de aquí es más doméstico, que no menos peligroso, ya que circular por una vía a más de 100 kilómetros por hora tiene un evidente riesgo, y si la carretera está en plena ciudad, ese riesgo aumenta exponencialmente.
Los vecinos como testigos
Fuentes de la Guardia Civil afirman que ?no hay constancia? de que se organicen carreras de manera regular. ?Tuvimos una denuncia hace algún tiempo, pero no se llegó a detener a nadie?, explican. No es que no existan, se viene a decir, es que no se denuncian. ?Puede ser que en los polígonos suceda, pero los que controlamos nosotros son peque?os y no muy problemáticos. y hay vigilancia privada?. Y a?aden estas mismas fuentes: ?Hay que pedirle a la gente que tenga más conciencia social y denuncie estos casos cuando los conozca. Sino, poco se puede hacer?.
Pero pese a esta situación de desconocimiento, en cuanto se indaga en algunos barrios periféricos de la capital, como Villaverde Alto u Orcasitas, y en zonas de Polígonos en localidades como Móstoles o Alcorcón, la realidad aparece, pese a que muchos sean reticentes a contarla. ?Dicen que las hay, y es cierto que de noche se oye mucho ruido de acelerones, pero yo a esas horas no estoy en la calle?, cuenta una mujer mayor que vive en Villaverde Alto.
Como en tantas ocasiones, son las asociaciones vecinales las que ponen el dedo en la llaga sobre un problema no por esporádico menos real. Más de un muerto da fe de ello. La asociación La Incolora, de Villaverde Alto, ha denunciado, aunque a su manera. ?Las calles donde se hacen?, dicen, ?son la Gran Vía de Villaverde, que tiene dos carriles en cada dirección, y la calle Villalonso?. ?Lo hemos puesto en conocimiento de las autoridades en muchas juntas de seguridad, no una ni dos veces?, afirman. Pese a sus denuncias, la cosa ha seguido exactamente igual.
Dejación de funciones
La conclusión a la que llegan es que ?hay una dejación de funciones por parte de la Policía y no sólo de la Policía, sino del Ayuntamiento. Es bastante desesperante que no se haga nada al respecto desde hace a?os?. Desde la Concejalía de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid echan balones fuera. ?Es cuestión de la Policía Nacional?, dicen. Al menos, reconocen que el problema de las carreras ilegales de coches es conocido por todos, policía, administración y vecinos. ?Nosotros estamos en esas juntas, pero ellos también?. Es decir, los unos por los otros y la casa sin barrer.
Pero ni siquiera las asociaciones vecinales, primer y a menudo último reducto de la lucha contra estos problemas, han ido hasta el final. ?No hemos denunciado en firme, simplemente hemos informado; la Policía, si lo sabe, debería actuar?. La razón para esa reticencia es sencilla: ?Es difícil. Son barrios, la gente se conoce. Uno no denuncia a su vecino?. Es decir, miedo.
Así pues, he aquí la radiografía de la carrera ilegal urbana madrile?a: ejecutada de noche preferiblemente, por residentes en el mismo barrio o en zonas cercanas, gente extremadamente joven y con la que el barrio, así, en su conjunto, prefiere no meterse. A menudo los coches son robados. Sin apuestas, que se sepa. Puro gamberrismo.
La calle Villalonso, donde todo el mundo sabe que hay carreras, ?sobre todo en verano?, y que los chavales circulan ?de modo absolutamente temerario?, como cuanta un comerciante, es una perfecta polaroid de las afueras degradadas de una ciudad enorme como Madrid. Peque?os comercios modestos, descampados y un límite no especificado pero visible y palpable donde empiezan las casas de realojo, el poblado gitano. Lugares, en fin, que luchan a brazo partido por progresar. Fronteras.
No es el primero en estrellarse
C. A. tiene una autoescuela en pleno ?circuito?, una especie de contrapunto de instrucción ante tanto salvajismo, y lo define bien: ?Este barrio es como todos? pero no es como todos. La gente funciona un poco más a su libre albedrío?. Parte de ese libre albedrío son los acelerones suicidas, los derrapes y ?trompos?, la pura e irreflexiva excitación de la velocidad.
?Al final de la recta hay una curva muy pronunciada y no es el primero que se estrella?, cuenta un miembro de una asociación vecinal. Tiene fotos. ?Han puesto unos peraltes para prevenirlo, pero la verdad es que no lo han solucionado. Hace dos a?os mataron a un chaval que salía tranquilamente a trabajar con su furgoneta. la sensación en el barrio es de inseguridad?.
Para C, que educa a los jóvenes para que estas cosas sucedan lo menos posible, se trata de un problema educacional. ?Los padres se van a trabajar. Los hijos no van al colegio. Cuando cumplen 18 dicen que no saben escribir ni leer, aunque sea mentira. Son unos vagos. Roban coches y se roban entre ellos mismos la gasolina?.
El panorama no es, desde luego, halagüe?o. No es Villaverde la única pista de carreras ciudadana. En la cercana Orcasitas también se han dado. En la Avenida de los Poblados. En Pan Bendito. Competiciones o simple barbarie, parece que una cierta ley del silencio cubre estos sucesos.
Hace tiempo que la expresión ?ir a 100? por hora dejó de tener sentido, en un mundo donde los coches están dise?ados para alcanzar con teórica tranquilidad los doscientos. Sin embargo, 100 por hora en medio de una ciudad sigue siendo una velocidad de vértigo. Parece que algunos buscan ese vértigo también en Madrid.