Fecha:15 de Diciembre del 2006
Los juzgados dan la razón a un policía, sancionado por el Consistorio, que detuvo a un conductor suicida disparando a las ruedas de su coche
El Ayuntamiento de Murcia no sólo no felicitó al agente sino que, incomprensiblemente, le sancionó con una ?suspensión de funciones por un periodo de quince días?
CHEMA GIL
La plantilla de la Policía Local de Murcia es una de las más sancionadas de Espa?a. En los últimos dos a?os, coincidiendo con el descontento gene-ralizado en la misma, como consecuencia de los bajos salarios (los peores de las policías locales de la Región, también de los más bajos de Espa?a) y la escasez de medios materiales, han sido abiertos medio centenar de expedientes disciplinarios, lo que supone mantener en esa situación, ni más ni menos, que al diez por ciento de la plantilla policial.
Evitar un siniestro por un conductor suicida le costó al policía quince días de suspensión de empleo N.L.
Los Tribunales de Justicia han comenzado a echar por tierra muchos de tales procedimientos, alguno de los cuales son extraordinariamente sorprendentes.
Uno de estos casos, que ha causado estupor en el conjunto de la plantilla del 092, es el de un policía local que detecta el movimiento de un vehículo a cuya dirección iba un conductor suicida.
Ante el inminente riesgo de que este conductor pudiera ocasionar la muerte de otros usuarios de la vía, y tras intentar detener la marcha del vehículo por otros medios, utilizó su arma reglamentaria y realizó tres disparos con la misma. Los tiros se dirigieron a una de las ruedas, antes de que llegara a provocar algún lamentable siniestro.
El agente logró finalmente detener al referido conductor que fue puesto a disposición judicial y fue condenado por los tribunales por sendos delitos de conducción temeraria y desobediencia a la autoridad.
El agente, lejos de ser felicitado o reconocido por un servicio como el prestado, fue objeto de un expediente disciplinario. La sanción impuesta fue justificada como ?una falta grave por el artículo 39.7 de la Ley Regional 4/1998, de 22 de julio, de Coordinación de Policías Locales de la Región de Murcia, consistente en ?utilizar el arma en acto de servicio o fuera de él infringiendo las normas establecidas?.
La sanción fue de quince días de suspensión de funciones.
Es decir, el Policía que con su actuación evitó la posibilidad de un siniestro por culpa de lo que se denomina popularmente como ?conducción suicida?, empleando para ello su arma reglamentaria, fue suspendido como policía durante quince días. No obstante la detención fue correcta, hasta el extremo, de que el acusado, fue condenado en sentencia penal firme por la gravedad de lo ocurrido.
Evidentemente, el policía, acudió a los tribunales en busca de Justicia.
La sentencia, sin paliativos, ordenó que se anulara la sanción al agente, impuesta por los responsables del Ayuntamiento, en una decisión ratificada por la Junta de Gobierno del municipio.
Policías locales, nacionales y guardias civiles
Así, sin querer, nuestros policías locales, nacionales y guardias civiles desarrollan un oficio singular, único, de una relevancia social importante. En su trabajo están sometidos a las exigencias de todos.
Un escrito corre por internet y su contenido viene muy a cuento en este artículo, su contenido es bien descriptivo de cómo es la madera de estos funcionarios:
?Un policía tiene que correr x kilómetros por calle-jones oscuros, subir paredes, entrar en casas a las que ni el inspector de Sanidad entraría y todo eso sin manchar o arrugar el uniforme (ya que puede ser expedientado por indecoroso); cuando -además- en ocasiones no le dan tiempo ni para comer. Tiene que intervenir en los primeros momentos tras cometerse un grave delito, buscar testigos en el acto y al otro día ir a prestar testimonio a un tribunal y ojo con no presentarse, pues el juez, le hablará distante y engreido con la autoridad de su toga y pu?etas.
Estos funcionarios tienen que tener seis brazos y tres pares de ojos. Necesita un par de ellos con visión de rayos x para poder ver lo que llevan escondido los delincuentes; otro par de ojos para cuidar de su compa?ero y otro par para poder mirar a una víctima sangrando y poder decirle que todo saldrá bien, cuando sabe que no es cierto.
Tienen que ser capaces de sosegar a un borracho, estimulado con cocaína y que pesa 120 kilos, eso sí, han de hacerlo sin que se produzca ningún incidente y mantener una familia de cinco personas con su sueldo.
Investigarán, buscarán y arrestarán a un delincuente en menos tiempo que le lleva a cinco jueces discutir sobre la legalidad del arresto y, además, tienen que tener mucho control de sí mismos.
Han de poder soportar escenas de un crimen hechas en el mismísimo infierno, consolar a la familia de una víctima y al otro día leer en los periódicos, bajo la firma de algún chupatintas que no sabe vestirse por los pies, que los policías y guardias civiles no son sensibles a los derechos de los delincuentes.
Tendrán que soportar sin alterarse los insultos de un conductor cuando le ponen una multa y atender al mismo cuando sufra un delito o un accidente; tendrá que aguantar tratos degradantes, a veces, incluso de sus superiores. Eso sí, cuando hagan un servicio brillante, o logren bajar el número de delitos, la medalla será para el jefe.
Un jefe que, por regla general, no se ha batido el cobre en la calle ni conoce nada de cómo es el trabajo real y cotidiano de su gente?.