Ejercitar la energía curativa para combatir la enfermedad y alargar la vida
En China, los antiguos sabios taoístas conocían los efectos perjudiciales ocasionados por la práctica de ejercicios físicos exagerados y violentos; entrenamiento opuesto a como por su creación y funciones debe moverse y ejercitarse el ser humano. Los hombres desafiando a la naturaleza corrían imitando a animales corredores forzando el cuerpo por encima de su constitución natural y cargaban grandes pesos aumentando su musculatura hasta dañar sus músculos, vísceras y huesos, malogrando en consecuencia la salud. La experiencia en resultados perniciosos propició métodos para alejarse de lesiones y trastornos en el organismo, nutriendo la vida fomentando la salubridad, practicando ejercicios físicos moderados y preventivos combinados con diversas terapias como el masaje y la acupuntura, técnicas de curación que se remontan a unos 2000 años a. C.
El Canon de medicina china llamado “Neijing” atribuido al emperador amarillo, (1400 a. C.), describe los primeros tratamientos conocidos para curar enfermedades, estableciendo determinados principios y consejos terapéuticos para equilibrar lo más valioso y considerado desde la antigüedad en Asia oriental, la “energía”, conservando su preciada fuerza. En el año 1972 se excavaron unas tumbas en Henan, (China), descubriendo un rollo de seda dibujada con hombres y mujeres realizando ejercicios en posturas de animales, así como libros de medicina, (provenientes del año 200 a. C.), documentos que muestran como paulatinamente -los ejercicios físicos se fueron estilizando- parodiando los movimientos de algunos animales y pájaros con el énfasis puesto en la tranquilidad, fluidez y relajación, en la finalidad de alcanzar la salud y no la vigorosidad cimentada en la fuerza bárbara. La práctica médica prescribía y aconsejaba a enfermos y sanos, evitar cualquier desequilibrio antinatura, tanto en el cuerpo como en la mente, en prevención y curación de daños físicos y desórdenes emocionales: la ira daña al hígado, el miedo a los riñones, la tristeza a los pulmones, la amargura al bazo y la alegría al corazón.
Cuenta la leyenda que el filósofo taoísta Zhang San Feng, (alrededor del año 1270), observando el comportamiento de los animales en la naturaleza, vio pelear con suprema perfección -ahorrando energía- una grulla y una serpiente, creando el Tai Chi Chuan como arte marcial, técnica de meditación y medicina interna. Los maestros taoístas dedujeron que en la naturaleza y hasta en el ámbito físico de las cosas, las bisagras de las puertas igual que en el cuerpo humano, al realizar movimientos suaves sin forzar duraban mucho tiempo y no se oxidaban jamás. Exaltando estos principios fisiológicos idearon diversos ejercicios para la longevidad, y los aplicaron a sus cuerpos en distintas técnicas de calistenia, siendo llamados los inmortales por llegar a alcanzar y rebasar una vida centenaria. Los sabios maestros enseñaban el proverbio: “Hagas lo que hagas en la vida, lo primero que necesitas es energía, no la derroches, consérvala”.
El mal uso del cuerpo contrario al movimiento natural del organismo, suele ser el principal factor que perpetúa el dolor de espalda, lumbalgia, reumatismo, artritis, etc. Entre otras dolencias, abundan las tendinitis por el uso repetitivo de la acción muscular. Todo movimiento contrario a la flexibilidad que entrañe potencia y fuerza excesiva se acompaña de una acumulación de ácido láctico y fatiga, de posibles hemorragias internas, contracturas y lesiones irreversibles. Del mismo modo, la medicina psicosomática señala las consecuencias patológicas de la mente interactuando sobre el cuerpo cuando no está tranquila o equilibrada por preocupaciones, obsesiones y otros pesares. La mente es indisoluble del cuerpo y los pensamientos lo afectan. El filósofo chino Chuang-tzu, para armonizar la mente, afirmaba: “Uno no trata de ver reflejada su imagen en el agua turbulenta, sino en el agua tranquila del lago ya que sólo la calma puede comunicar la calma”.
El Tai Chi, en cuanto a medicina interna, enseña movimientos corporales suaves y relajados, destinados a canalizar y armonizar la “energía vital”. Tai Chi es meditación en movimiento, realizando pasos lentos, tranquilos y concentrados de expansión y contracción de brazos en conjunción con las piernas donde interviene todo el cuerpo y la conciencia, (ejercitando la mente y el cuerpo al mismo tiempo), acompasado de una respiración natural. Manteniendo el equilibrio energético desde un -centro- psicocorporal llamado “Tan Tien” localizado en la cintura, “mar del fuego o energía”. (Centro de equilibrio y distensión que tienen de alguna manera establecida todos los seres y criaturas del universo desde las galaxias más grandes, soles, planetas, plantas y animales hasta el átomo y la célula). Al realizar una tabla de Tai Chi se consigue hacer fluir sin obstrucciones en nuestro cuerpo la energía “Chi” a través de los canales acupunturales, logrando curar y prolongar la vida igual que la terapia con moxas o agujas. Como arte marcial, es kung Fu, “Gong Fu”, (La palabra -Kung Fu- para el idioma chino significa “perfección” en cualquier arte y, literalmente, Tai Chi Chuan define “boxeo superior”. Chuan: boxeo, Tai Chi: lo último supremo). Muchos profesores occidentales de Tai Chi insisten en la práctica marcial, aunque la mayoría profundizan en el alcance terapéutico o de meditación. Para los chinos, ambos aspectos son inseparables.
La práctica del Tai Chi se acompaña junto a otros ejercicios complementarios para trabajar la esencia y energía vital. En primer lugar se empieza dándose el practicante unos automasajes taoístas llamados “Tui Na” y “A Mo”. A continuación se hacen ejercicios denominados de seda y meditación “Qi Gong”, (pronunciado Chi Kung: significa literalmente ejercicio de respiración, poniendo en juego la mente, la respiración y el movimiento para equilibrar y aumentar la vitalidad) Por último, cuando el cuerpo se ha despojado de tensiones acumuladas y rebosa pleno de energía, se realiza la tabla de Tai Chi o se ejercita el “Tui Shou” con un compañero, (empuje de manos). Existen tablas de Tai Chi con pasos determinados de 10, 24, 36, 48, 60, 88 y 108, aunque los maestros no se sujetan a tablas concretas, realizando la forma de un modo más libre dejándose llevar por la improvisación de los pasos, según demande el estado de su energía interior, para fluir en armonía natural. Cada paso recibe un nombre alegórico, (cuyo origen fue en el pasado la ocultación de su aplicación marcial), como “partir la crin del caballo salvaje”, “látigo simple”, “acariciar la cola de un ave”, “cepillar la rodilla”, “golpear al tigre”, “batir las manos como las nubes”, “rechazar al mono” o “tañer el laúd”, etc.
El arte marcial y terapéutico del Tai Chi tiene relación con la doctrina taoísta y la medicina china acupuntural, (medicina energética o natural), basada en la teoría del Ying Yang y los Cinco Elementos, a saber, fuego, agua, madera, metal y tierra, actividad que trabaja la energía “Chi” ajustándola cuando se descompensa, corrigiendo la discordancia energética para curar. Algunos maestros guardan celosamente algunos puntos de reflexoterapia que frotan o golpean con las manos en el cuerpo, o pronuncian ciertos sonidos para aumentar sus efectos medicinales. (Visualizando en la conciencia el punto acupuntural u órgano a tratar, como los riñones, hígado, corazón, bazo, pulmones y plexo solar, lo que se denomina: “poner la conciencia en un punto”). En la práctica habitual, se vienen reservando las “aplicaciones marciales y el conocimiento alquímico de medicina interna” en los pasos de Tai Chi que, pese a la gran información existente sobre esta disciplina, sus diferentes estilos y Qi gong, siguen siendo poco enseñados manteniéndose aún hermético.
Para explicar lo anterior, en el último siglo el Tai Chi sufrió muchos cambios: sus movimientos comenzaron a ser más relajados, como nubes flotantes o manantiales y así se dice: “Fluir como el agua, deslizarse como la nube” Muchos movimientos de fuerza explosiva desaparecieron al igual que las fuertes pisadas. También se le dio suma importancia a su valor terapéutico. En su proceso de desarrollo derivó hacia muchas escuelas diferentes, siendo la más popular de todas la Yang, dada a conocer por Yang Chengfu. El aspecto marcial en esta escuela formando a los alumnos para el combate, sólo se consigue aprender con la ayuda de monitores muy experimentados o maestros, igualmente el conocimiento de medicina interna en los pasos, ambas partes inherentes. Corrigiendo el paso lleno y el paso vacio, las posiciones de yin y yang y el recorrido de la energía, su significado alquímico y efectos, enseñando en profundidad su técnica correcta y fundamento. El Tai Chi Chuan está clasificado en tres grados: -inferior, medio y superior- Los que alcanzan el grado superior, sin cintas de colores ni exámenes, pueden dominar la circulación de la sangre y la expulsión del aire, y reaccionar de inmediato si son atacados. Además, quienes tienen mala conducta, no pueden dominarlo porque este arte marcial se establece en la defensa y no en el ataque, aprovechando la energía del adversario. Así, en los escritos de los maestros, se dice: “Con la técnica correcta, sólo hace falta utilizar cien gramos de energía para tirar de mil kilos”, ilustrándose con la imagen de tirar de la argolla colocada en la nariz del buey.
El dogma más importante de la teoría taoísta de la inmortalidad es que el ser humano tiene en su cuerpo la medicina para curarse, (curación espiritual y física), no para vivir eternamente. (En el “Neijing” se escribió que las tres medicinas más importantes son Shen, Ch’i y Ching). Los taoístas representan la -esencia vital- por una tortuga, (Ching: Hormonas, calor y Sensación); la -energía vital- por un gamo (Ch’i: Respiración y fuerza); y la –conciencia- por una grulla (Shen: Mente, luz y conciencia). Estos términos pueden relacionarse desde el punto de vista de la física con el calor, fuerza y luz de la vida. En el arte del Tai Chi, dice el adagio: “Ejercita la esencia vital para convertirla en energía; ejercita la energía para convertirla en espiritualidad”. De acuerdo con los métodos de meditación Tai Chi, Qi gong y las teorías taoístas, la mente y el cuerpo se afectan mutuamente, de ahí la sabiduría china de unir el ejercicio físico con la conciencia trascendiendo al espíritu. El sabio Lao Tze escribió en el “Tao Te King”: “Todas las cosas retornan a sus raíces. El retorno a las raíces se llama quietud, y es la regeneración de la vida.”
En términos occidentales, -El secreto está en parar- Estamos obligados a discernir y rechazar el culto a la velocidad, los subliminales anuncios televisivos, el consumo compulsivo y el estridente ruido. Tai Chi, paradójicamente, es quietud en movimiento, un ejercicio sin prisas que calma la inquietud, un entrenamiento ajustado sin cargas excesivas, una actividad que nos permite fluir -concentrándonos en lo que estamos haciendo-, especialmente en el recorrido de la energía aplicada al combate: -Modelo de boxeo que toma la forma de un yoga búdico imitando la lucha en la vida misma, peleando en la existencia, donde los enemigos interiores de nuestra propia mente nos producen emociones y desequilibrios que nos duelen y afectan, generando energías perversas, en último grado, el dolor en la vejez mal llevada, la enfermedad y la muerte-. Boxeo del Espíritu a través del cuerpo, sintiendo ese flujo de la existencia vital que todo lo cura. Confucio dijo: “Una persona tiene la sensación de la primavera cuando ha alcanzado un estado de quietud”. La primavera indica sensación de crecimiento, calor, frescor y alegría durante la meditación, y se siente en su máximo esplendor al realizar el paso “la grulla blanca despliega sus alas”.
Existen muchas maneras de parar, de –meditar-: Algunos van a la montaña, otros al mar o junto a un río… Hay muchos lugares para estar solo un rato, para escapar del ruidoso mundo, de la existencia casi infernal que llevamos; evitando el fuego, la angustia y el miedo. Y, un ejercicio dinámico sin exceso de fuego, energético y refrescante para lograrlo es Tai Chi, cuyo principio más sutil de la filosofía Taoísta es “Wu-wei”. Puede traducirse como “no hacer” o “no acción”, moverse en sintonía con el flujo de la naturaleza. A esto se refiere la palabra “Tao”, y podemos comprenderlo mejor observando la dinámica del agua… Lao Tse nos dice que aun cuando el agua es suave y débil, a todos sirve y beneficia y, siendo mansa y humilde se inclina buscando el lugar más bajo en su camino hasta el mar. El agua todo lo puede, da la vida y sofoca el fuego que quema.
Según el doctor Augusto Colmenares: “Si el hombre simplemente fluyera y refluyera, como las cosas y los seres naturales, estaría exento de angustia entrópica. Mas todos los embates, acechanzas y accidentes que amenazan la estabilidad, la seguridad, la salud y el libre ejercicio de las facultades, así como los procesos de desgaste y declive, enfermedad, envejecimiento y muerte reactivan la angustia entrópica”. En el mismo sentido, el doctor Lawrence Le Shan, dijo: “El descenso del coeficiente metabólico, la disminución del consumo de oxígeno y la producción de gas carbónico, juegan un papel central en la respuesta fisiológica a la meditación. El porcentaje de lactosa en la sangre disminuye sensiblemente durante la meditación, casi cuatro veces más aprisa que en los sujetos reposando apaciblemente en calma. La presencia de lactosa en la sangre está en relación con la ansiedad y tensión, de modo que la débil cantidad hallada en los individuos en meditación se debe a su estado fisiológico de relajación”.
La técnica del yoga practicada en las tradiciones de la India y los métodos de meditación taoístas de China, se basan en un solo cuerpo de conocimiento originario de la antigüedad. Ambas filosofías no son religiosas, enseñan técnicas para cultivar el cuerpo y la mente obteniendo notables efectos sobre el misterio de la salud y la longevidad, aunque su idea primigenia haya sido el cultivo de la inmortalidad. Estas teorías se han divulgado de generación en generación durante miles de años, enseñando que la medicina está en nuestro cuerpo y no en la botica, manipulando la energía desde un conocimiento privilegiado de la naturaleza mantenido en secreto al vulgo y practicado entre expertos. Somos energía, un microcosmos energético dentro del macrocosmos y, la “píldora de la inmortalidad” taoísta, guardada en lenguaje hermético, es una metáfora del trabajo alquímico interior. Una enseñanza sobre la medida y equilibrio del movimiento, circunscrito dentro del espacio y el tiempo del eterno presente, en esta clase de ejercicio físico o trabajo que realizamos en conexión con la conciencia. Medicina traída de la antigüedad hasta el futuro que viene, donde se conocerá plenamente la aplicación de la medicina energética en nuestro cuerpo para curarnos, sin el uso de medicamentos costosos.
En China los practicantes de Tai Chi son llamados boxeadores de las sombras, quizá por su tradicional práctica al amanecer, aunque desde la revolución cultural de Mao Zedong muchos maestros enseñaron sus ejercicios terapéuticos en los parques públicos a cualquier hora del día. Numerosos artículos escritos en la revista “CHINA SPORTS MAGAZINE” dan testimonio de enfermos diagnosticados con enfermedades graves que, siendo desahuciados por la medicina convencional con pronóstico de muerte inminente, iban arrastrándose hasta los parques urbanos y campos de entrenamiento de Tai Chi y Qi Gong buscando el auxilio de maestros famosos para curarse. Muchos se salvaron, recuperando una salud envidiable contando su experiencia en los medios de comunicación. (Maestros y Maestras como Ma Chun o Guo Lin impartían clases a enfermos, esta última, en el parque “Bambú Purpura” de Pekín después de autocurarse de un cáncer, realizando pasos creados por ella misma que regulan la energía equilibrándola). Estos ejercicios para el bienestar, la salud y larga vida, han expandido tanto la práctica del Tai Chi en el mundo entero, que vemos taichistas en cualquier lugar realizando sus movimientos lentos, relajados y bellos.
Al practicante de Tai Chi podemos verlo en grupo o solo realizando su rutina, a cualquier hora o moviéndose entre las sombras que se desvanecen al despertar el día. Combate contra un enemigo interior en un proceso alquímico lleno de sensaciones. Percibe la presión del enemigo empujando al trazar un círculo con sus manos. Abre sus brazos en el aire, mientras la palma de una de sus manos se encuentra en posición de fuego yang, la otra permanece oculta en ying, en el lugar de las aguas, dispuesta a contrarrestar un ataque. La conciencia del practicante lucha aprovechando las fuerzas de la naturaleza, del cosmos entero. Bate las manos deslizándolas como las nubes o fluye como el agua bajando al lugar más bajo y humilde, el mar. Da pasos sinuosos, sin alejarse de su centro “Tan Tien”, curva los brazos “haciendo la bola” llevando en sus manos la fuerza de las olas, el empuje del viento y la potencia del rayo.
Ahora, realiza un movimiento diagonal, de metal, frena un ataque y propina un puñetazo con la fuerza del fuego, como un cañón. Apenas se asienta agachándose en la tierra alimentando al órgano bazo para a continuación crecer con el agua expandiéndose igual que la primavera, vinculada al órgano hígado y el elemento madera, ejecutando el paso “la grulla blanca despliega sus alas” La energía “Chi” fluye sin atascos a través de los canales meridianos de su cuerpo y, esa medicina alquímica interna, acaricia los cinco órganos y las seis vísceras, como el agua riega la tierra y el sol la calienta, fluyendo en el camino de la armonía.
Madrid, abril de 2017
Autor.: José Luis Rodríguez Velasco, (Practicante y monitor de Tai Chi)