Las rupturas familiares siempre conllevan una carga de dolor inevitable. Este proceso de ruptura conlleva una serie de repercusiones importantes. Los niños no son sólo agentes pasivos en la separación, sino que pueden adoptar una responsabilidad activa, como su papel en las disputas legales. Muchos de los comportamientos que los hijos muestran frente a la situación de separación de sus padres deben entenderse como una forma de afrontar la nueva situación, una manera de adaptarse, mejor o peor, al conflicto que están viviendo. Sin embargo, los adultos que rodean al niño, y sus padres principalmente, utilizan estos comportamientos de forma partidista haciéndolos formar parte del conflicto ya desatado.
Dependiendo de la edad, los hijos emplean una serie de estrategias – de forma consciente o no – para poder enfrentarse a su mundo cambiante y a los aspectos más dolorosos del divorcio de sus padres:
- Ante el miedo a ser abandonados, al principio los niños de todas las edades suelen intentar que sus padres se reconcilien y vuelvan a vivir juntos (por ejemplo, contándole al padre las cosas buenas que hace la madre).
- La ansiedad ante la separación puede expresarse tras la ruptura mediante dificultades para alejarse de uno u otro progenitor cada que vez que se produce el intercambio en las visitas (por ejemplo, llorando al tener que volver con el padre o la madre)
- Los niños pueden ofrecerse como detonantes de la tensión entre sus padres, atrayéndola hacia sí mismos (por ejemplo, hablando a su padre de las nuevas relaciones afectivas que mantiene la madre).
- El miedo al rechazo afectivo puede provocar que los hijos intenten asegurarse constantemente el amor que sienten por ellos (por ejemplo, llamando por teléfono de forma repetida a un progenitor cuando está con el otro).
- Una forma más de garantizar el afecto de al menos uno de los padres, es probándole su lealtad mostrando su rechazo hacia el otro progenitor (por ejemplo, negándole las visitas).
- Los hijos, en algunos casos, pueden intentar evitar el conflicto tratando de mantener una posición de neutralidad entre sus padres (por ejemplo, mostrando su deseo de permanecer exactamente el mismo tiempo con cada uno de ellos).
- Haciendo esfuerzos por proteger la autoestima de sus padres, debilitada tras la ruptura, se aseguran de que no les abandonen emocionalmente (por ejemplo, diciendo a cada uno de ellos que quieren convivir con él/ella más que con el otro).
- En los casos de niños mayores y adolescentes es posible que se produzcan intentos de manipular la ruptura para obtener ventajas inmediatas (por ejemplo, expresando su deseo de convivir con el padre más permisivo).
Autor: Fernando Pérez Pacho.
Psicólogo desde hace casi 3 décadas, con título de Especialista en Psicología Clínica. Amplia experiencia en la formación a cuerpos de seguridad y personal de emergencias.
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