Los manuales de policía recomiendan diversos enfoques para ayudar a los investigadores a decidir si el sujeto está diciendo la verdad o está mintiendo. La principal estrategia se centra en las pistas visuales, como el contacto visual y el movimiento corporal. Otra estrategia, la Entrevista de Análisis Conductual, comprende una serie de preguntas sobre las que hay que se piensa que responderán de manera distinta las personas “sinceras” o las “mentirosas.” Estas respuestas serían diferentes a nivel verbal y no verbal.
Sin embargo, la investigación ha mostrado de forma consistente que estas estrategias no son del todo fiables.
El profesor Aldert Vrij explica que “determinadas conductas observables están asociadas a mentir, pero esto no siempre funciona así. La evidencia sugiere que a los mentirosos les preocupa que no les crean, por lo que resulta poco probable que intenten aparentar ser de menos ayuda que los que dicen la verdad. Si tenemos que decir algo sobre quienes mienten es que muestran una tendencia ligeramente mayor a causar buena impresión. Esto hace muy difícil el trabajo del policía.”
Sin embargo, el panorama cambió cuando los investigadores elevaron la “carga cognitiva” al pedir a los sujetos que contaran su historia en orden inverso. El profesor Vrij explica: “Mentir requiere, en determinadas situaciones, mucho esfuerzo mental, y queremos probar la teoría de que, introduciendo una demanda extra , ello puede disparar otras pistas en los mentirosos. Los análisis han mostrado una mayor cantidad de señales no verbales en las historias contadas de forma inversa, haciendo que los policías sean más capaces de discriminar entre los relatos verdaderos y falsos.”
Fuente: Economic and Social Research Council, 2007